Curiosamente, mi Padre siempre decía, sin lamentarlo, que el peso con cincuenta nunca había llegado a su poder.
Lo que sí no sucedió fue que mi Padre me enseñara a tomar fotos o a procesarlas; pero en la Universidad de Guanajuato se impartían, además de todas las carreras tradicionales, cursos en diferentes disciplinas artísticas, uno de ellos era la fotografía. Así que me esperé a que mi compañero Salvador Flores asistiera al curso, se emocionara, pusiera su cuarto oscuro en el cuarto piso del "Menudo doña Lupe" y, en cualquier oportunidad, me enseñara el proceso. Grandes debieron ser mis fundamentos prácticos y teóricos en esta disciplina si aprendí de uno que todavía no acababa de aprender, aunque tenía tanto o más entusiasmo que yo.
Sin embargo, es menester aclarar que todo esto, que estaba relativamente al alcance de los entusiastas, era para la fotografía en Blanco y Negro. El color es un proceso más complicado y más delicado. Pero no se crea que se lamentaba nadie; desde siempre, y esto sigue vigente de algún modo, la fotografía en Blanco y Negro se ha considerado, en términos generales, como la más apropiada para la expresión artística, en tanto que la fotografía a color es más para usos comerciales o sociales. Siendo así era de los más conveniente tener al alcance el proceso de imágenes en Blanco y Negro para desatar nuestra creatividad, no sólo con la cámara sino en el cuarto oscuro. Dije "En términos generales" porque podríamos encontrar toneladas de artículos explicando por qué un formato es más conveniente que otro y, a final de cuentas, concluir que cada quien toma las fotos en el formato que más le agrada o juzga más acorde a sus intenciones artísticas.
Adicionalmente, con aquellas técnicas los negativos eran en blanco y negro, recuerdo que había un rollo Tri-X Pan con una sensibilidad de 400 y un papel Kodabromide. También se podía, llegado el caso, imprimir fotografía en blanco y negro a partir de negativos a color que había sido procesados en un laboratorio profesional, pero el resultado no era el mismo que partir del negativo específico en blanco y negro. Hablo de todo esto en tiempo pasado, porque utilicé estos materiales hace treinta y tantos años, pero sé que la fotografía analógica es aún utilizada por los suficientes usuarios como para que sobreviva, aunque tal vez sean menos del uno por ciento.
Bien a bien, no sé si es mi nostalgia la que me lleva a narrar todo esto, que no parece ser muy chamacuarense. Digo de paso que en mi pueblo tradicionalmente hubo, al menos, dos grandes fotógrafos que tenían su estudio y nos daban servicio para todos nuestros requerimientos en imágenes: El señor Sebastián Balderas, de quien espero publicar una reseña en algún momento y el Señor Antonio Balderas a quien ya tuve el gusto de entrevistar y publicar su testimonio en esta página. Pero a donde quiero llegar es a que hoy en día, al menos para el otro noventa y nueve por ciento de los que toman fotografías no hay un dilema previo para decidirse a tomar sus imágenes, todas las cámaras digitales son en color y, aunque muchas de ellas puedan programarse para tomar las imágenes en blanco y negro, lo usual es tomarlas a color y, si se desea, realizar un procedimiento digital para convertirlas al blanco y negro. No se crea que este procedimiento es tan simple como se escucha y, además, es un proceso idóneo para poner en marcha nuestra creatividad.
Como es de suponerse, si realicé algunos años fotografías en Blanco y Negro, coincido en que tienen una fuerza expresiva que en ocasiones no tienen las imágenes a color. Y mi nostalgia y mi curiosidad me han llevado a convertir algunas imágenes de esta página, inéditas y no, para ofrecer este resultado: